miércoles, 23 de enero de 2013

Día 1


¿Cuál ciudad? Es un descaro llamar así a este pueblo cada vez más parecido a lo peor de Caracas. Ya no dejo que me atosigue la lástima. Y es mentira: palpito en el desgarro por lo que ahora no existe.
Lejos de Porlamar, la playa, que hoy está resplandeciente. En un restaurante cercano suenan Juan Gabriel y Rocío Dúrcal; me acuesto en la arena y canto. Pero mi cabeza siempre está buscando hilar palabras: cada instante es un instante sobre lo no escrito, sobre lo que está quizá por escribirse. Me odio por ello. Y sin embargo, ahí estoy: escribo en mi cabeza algo que no es literatura ni es diario ni es interesante ni pretende decir nada. Escribo para no dejar que la palabra bulla sola. A alguien le pregunté la hora y dije: disculpá, ¿me decís la hora, por favor?. Todo se mezcla. Respiro y escribo; es inevitable: no tengo fuerzas para silenciarme. Carezco del ahora: soy palabra futura. Pero la quietud se parece un poco a mí frente a este mar, espantando vanas ideas de muerte. Y sí, válgame dios, todo es excesivamente caro en este país. Ya no digamos la esperanza.

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