jueves, 5 de diciembre de 2013

Heberto Padilla, también ahora.


INSTRUCCIONES PARA INGRESAR EN UNA NUEVA SOCIEDAD

Lo primero: optimista.
Lo segundo: atildado, comedido, obediente.
(Haber pasado todas las pruebas deportivas).
Y finalmente andar
como lo hace cada miembro:
un paso al frente, y
dos o tres atrás:
pero siempre aplaudiendo.


PARA ESCRIBIR EN EL ÁLBUM DE UN TIRANO

Protégete de los vacilantes,
porque un día sabrán lo que no quieren.
Protégete de los balbucientes,
de Juan-el-gago, Pedro-el-mudo,
porque descubrirán un día su voz fuerte.
Protégete de los tímidos y los apabullados,
porque un día dejarán de ponerse de pie
cuando entres.



Heberto Padilla ganó en 1968 el premio Julián del Casal por su poemario Fuera del Juego, del que se extraen los poemas arriba citados. La Unión de Escritores y Artistas de Cuba consideró que su contenido era contrarrevolucionario y, por ende, que no merecía el galardón. En 1971 Padilla fue encarcelado y torturado hasta hacerle escribir una confesión donde el poeta admitía su desobediencia a la Revolución. La declaración —que debió leer ante un auditorio resguardado por militares— es escalofriante y, al respecto, expresaron en carta enviada a Fidel Castro intelectuales de todo el mundo:

«El desprecio a la dignidad humana que supone forzar a un hombre a acusarse ridículamente de las peores traiciones y vilezas no nos alarma por tratarse de un escritor, sino porque cualquier compañero cubano —campesino, obrero, técnico o intelectual— pueda ser también víctima de una violencia y una humillación parecidas». 

En la edición en e-book disponible en el siguiente link (buscar en el apartado de poesía): http://www.papyrefb2.net/frames/index.php pueden hallarse también otros documentos sobre el tema, como textos de Reinaldo Arenas y Octavio Paz, además de una explicación más rigurosa sobre los incidentes que rodearon el caso. 

lunes, 2 de diciembre de 2013

¿Y tú ya leíste «1984»?


«Los ojos de éste le perseguían a uno desde las monedas. Sí, en las monedas, en los sellos de correo, en pancartas, en las envolturas de los paquetes de los cigarrillos, en las portadas de los libros, en todas partes. Siempre los ojos que os contemplaban y la voz que os envolvía. Despiertos o dormidos, trabajando o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la cama, no había escape. Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo»


«Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad. «El que controla el pasado —decía el slogan del Partido— controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado»»


«Nosotros somos los muertos. Nuestra única vida verdadera está en el futuro. Tomaremos parte en él como puñados de polvo y astillas de hueso. Pero no se sabe si este futuro está más o menos lejos. Quizá tarde mil años. Por ahora lo único posible es ir extendiendo el área de la cordura poco a poco. No podemos actuar colectivamente. Sólo podemos difundir nuestro conocimiento de individuo en individuo, de generación en generación. Ante la Policía del Pensamiento no hay otro medio»


«Y, al mismo tiempo, la idea de que se está en guerra, y por tanto en peligro, hace que la entrega de todo el poder a una reducida casta parezca la condición natural e inevitable para sobrevivir»


«Lo que interesa no es la moral de las masas, cuya actitud no importa mientras se hallen absorbidas por su trabajo, sino la moral del Partido mismo. Se espera que hasta el más humilde de los miembros del Partido sea competente, laborioso e incluso inteligente —siempre dentro de límites reducidos, claro está—, pero siempre es preciso que sea un fanático ignorante y crédulo en el que prevalezca el miedo, el odio, la adulación y una continua sensación orgiástica de triunfo. En otras palabras, es necesario que ese hombre posea la mentalidad típica de la guerra. No importa que haya o no haya guerra y, ya que no es posible una victoria decisiva, tampoco importa si la guerra va bien o mal. Lo único preciso es que exista un estado de guerra»


«En el vértice de la pirámide está el Gran Hermano. Éste es infalible y todopoderoso. Todo triunfo, todo descubrimiento científico, toda sabiduría, toda felicidad, toda virtud, se considera que procede directamente de su inspiración y de su poder»


«Un grupo dirigente es tal grupo dirigente en tanto pueda nombrar a sus sucesores. El Partido no se preocupa de perpetuar su sangre, sino de perpetuarse a sí mismo. No importa quién detenta el Poder con tal de que la estructura jerárquica sea siempre la misma»


«A los proletarios se les puede conceder la libertad intelectual por la sencilla razón de que no tienen intelecto alguno. En cambio, a un miembro del Partido no se le puede tolerar ni siquiera la más pequeña desviación ideológica»


«Se espera que todo miembro del Partido carezca de emociones privadas y que su entusiasmo no se enfríe en ningún momento. Se supone que vive en un continuo frenesí de odio contra los enemigos extranjeros y los traidores de su propio país, en una exaltación triunfal de las victorias y en absoluta humildad y entrega ante el poder y la sabiduría del Partido»


«El pasado será lo que el Partido quiera que sea»


«El Ministerio de la Paz se ocupa de la guerra; el Ministerio de la Verdad, de las mentiras; el Ministerio del Amor, de la tortura, y el Ministerio de la Abundancia, del hambre»


«Si los Altos, como los hemos llamado, han de conservar sus puestos de un modo permanente, será imprescindible que el estado mental predominante sea la locura controlada»


«No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura»

Todas las citas pertenecen a 1984, de George Orwell. Aquí puede descargarlo gratis en formato Epub o PDF:http://tomalibros.net/descargar-libro-1984-de-george-orwell/