miércoles, 29 de julio de 2015

Perder la forma humana

Publicado originalmente en Contrapunto.com

Llegó el futuro y no nos agarró discutiendo sobre viajes al espacio, sino sobre si es o no es dictadura.

Algunas palabras no son fáciles de pronunciar pero son las justas: a dictadura y exilio me remito. No las quisimos, no las esperábamos, pero ahí están, separándonos de quienes esperan vivir 500 años para poder ver las cosas en perspectiva y entonces, ahí sí, emitir un juicio.

Hace poco visité una muestra traída a Buenos Aires desde el Museo Reina Sofía: “Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los ochenta en América Latina”. Recorrí las salas con el frío en la nuca y con el asco de quien no soporta la estafa hacia una generación que jamás podrá recuperar el tiempo que le ha sido arrebatado. Y vi fotos y prometí no mostrar ni un ápice de sensiblería, pero ahí estaban: increpándome, mirándome desde el presente este nuestro, tan siniestro.

Más allá de las imágenes de protestas ocurridas en el Cono Sur a propósito de las dictaduras de entonces (muchas muy conocidas por los latinoamericanos) escojo resaltar los métodos de los que se sirvieron entonces los ciudadanos para protestar ante las claras violaciones de Derechos Humanos. En Chile se respondió muchas veces a la represión con acciones relámpago: cortes inesperados de calles mediante cadenas humanas, siluetas estampadas en las calles.

En Perú, Herbert Rodríguez y el Colectivo Los Bestias se pronunciaron en el concierto Rockacho contra las masacres de Sendero Luminoso mediante carteles. Tanto más revelador me resultó leer lo siguiente: “Muchas de estas acciones de denuncia escaparon del tratamiento anecdótico o espectacular que la información oficial daba a los sucesos y con frecuencia tomaron forma en la ironía y el humor, en lo que René de Obaldía llamó “la forma amable de la desesperación”.

Sin embargo, al final del recorrido tropecé con la piedra en el zapato: la obra “Nosotros no sabíamos”, un collage del artista argentino León Ferrari que recopila titulares de los diarios de la época del Golpe de Estado: “Las noticias reunidas dan cuenta de la presentación de habeas corpus y la aparición incesante de cadáveres (…) El procedimiento de Ferrari evidencia muy pronto no sólo el exterminio, sino también el síntoma de que buena parte de la sociedad civil hiciera como si no pasara nada”. Y entonces digo:

Nosotros no sabíamos de los miles de asesinatos anuales.
Nosotros no sabíamos de los cuerpos descuartizados.
Nosotros no sabíamos de los presos políticos.
Nosotros no sabíamos de las listas.
Nosotros no sabíamos que la política de no asignar divisas para medicamentos terminaría por matar a tantos.
Nosotros no sabíamos de los asesinos plenamente identificados y dejados en libertad.
Nosotros no sabíamos de los exiliados.
Nosotros no sabíamos del monopolio estatal.
Nosotros no sabíamos de la corrupción.
Nosotros no sabíamos del nepotismo.
Nosotros no sabíamos cuándo ni cómo había que empezar a llamar a las cosas por su nombre.
Nosotros no sabíamos y no queremos saber.
Nosotros no sabíamos. Y cuando quisimos ver, ya no éramos humanos.


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