Achica el bote
domingo, 21 de junio de 2015
Padre
Nunca me subiste a un columpio
Nunca me subiste a tus piernas
Nunca me diste un abrazo franco.
Sólo te cercioraste
—
vaya delicadeza
—
de dejar a mano los libros
para que yo pudiera alcanzarlos.
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