Cuando el amor de tu vida se va no hay ansiolíticos que valgan. Y aun así procuras ingerirlos todos de un manotazo y acabarte dos botellas de vino. El amor se acaba no cuando notas que te desenamoraste, sino cuando entiendes que no puedes seguir luchando sola por algo que al otro ya no le interesa. Entonces entiendes que a un depresivo todos lo dejan. Todos. Nadie se queda, nadie quiere ver el espectáculo de tu mundo derrumbándose. Y de nada vale recordar el futuro que proyectaste juntos, recordar que fuiste feliz (qué lejos queda eso), recordar que adoptaron dos perros, que hicieron millones de planes, que hasta tomaron un vuelo sin retorno para ser otros en un país lejano. Todo se viene abajo. De las ganas de vivir ni hablemos. Ya no sé qué son ni cómo mierda se mantienen. Y luego, cuando tragas el séptimo ansiolítico, te ataca la náusea de que todo acaba. Peor aún: todo acaba mientras vos estás sola. Todo acaba mientras vos te preguntas cómo el otro puede mandar al mismo demonio lo que fueron, lo que podrían haber sido. Ya no puedes creer en nadie. Ni hablemos de gustarle a otro ser humano; eso ya no existe y no existirá. Junto al alcohol te tragas tus buenas intenciones, lo que guardabas en el fondo para dárselo pleno al otro. Ese otro que desde hace tanto ya no entiende quién eres ni se preocupa por saberlo. Y lo peor, lo más ridículo, es que, cuando lo conociste, prometiste que no te enamorarías. Ahora no imaginas a nadie mejor ni tienes ganas. Ahora sólo lloras: al levantarte, al mediodía, a media tarde, al anochecer. Porque el amor, así, en mayúsculas e infinito, hay que metérselo en el culo. Y a la mierda los otros y su felicidad y sus para siempre. Yo una vez tuve todo eso y creí que sería infinito. Pero ya ves: ahora me hallo fantaseando con que un día, como hoy, de tanta medicación y tanto alcohol, apenas quede un cadáver. Un cadáver de ojos hinchados y con la cara sin lavar. El cadáver de una mujer que ya no quiere ceremonias: sólo olvidos.
No te suicides por amor, poque cuando lo hagas en la otra vida te va a dar mucha rabia que él converse sobre cuánto lo quisiste.
ResponderEliminarEscribe canciones.
Suerte.
Mariana.
No vengo a dejarte frases de autoayuda aqui ni mucho menos, pero la del comentario de arriba tiene razón: no te suicides por amor, no vale la pena, suicidate si tienes una enfermedad terminal o cualquier otra cosa que sea irreversible, pero aunque no lo creas encontraras de nuevo a quien querer, y de este te quedara un recuerdo muy vago. Creeme que tengo una idea de como te sientes, asi es el amor de mierda, te sube a lo mas alto y luego la caída te destruye, pero de alguna manera uno se termina levantando, asi sea esconetado, y la vida sigue.
ResponderEliminarOjala pudiera darte un abrazo, suerte.
Andre
¿Cómo voy a decirte yo algo que te anime? Ojalá la vida pueda volver a conquistarte. Qué bien escribes, mujer. Podemos diferenciarnos en muchas cosas pero no puedo parar de leerte. Qué si no eres el mejor ejemplo a seguir, eres también una amiga que provoca tener. Saludos.
ResponderEliminarNatalia R.
La que nunca se haya querido morir que lance la primera piedra. Hoy me emborracho por ti.
ResponderEliminarEstuve ahí, del otro lado de la cerca.
ResponderEliminarLogré superarlo unos tres años después, y fue mejor.
Aguante, Achicaelbote...
«Todo se viene abajo»
ResponderEliminar«Ya no puedes creer en nadie»
«...ya no entiende quién eres ni se preocupa por saberlo»
«Ahora sólo lloras: al levantarte, al mediodía, a media tarde, al anochecer...»
«El cadáver de una mujer que ya no quiere ceremonias: sólo olvidos».
Me veo ahí. En cada frase. Cada frase, Cristina, es una daga que junto a los recuerdos de ese amor maldito, te perforan cada parte del cuerpo... es un dolor punzante, nauseabundo... te carcome las entrañas, te lacera...
Me siento tan identificada con tus palabras...
Salud... Y, eso... a meterse el amor y el infinito por el culo... como un supositorio. Eso es lo que queda.
K.