Ya no habrá invierno próximo
todas las pastillas
fueron a parar a mi estómago
junté unas pocas monedas
me quedé sin dinero
pero pude comprar el vino.
Soy cobarde para los inviernos,
para el desamor de los otros
para esta vida de mierda.
Y aquí, recostada
ruego que sea el último invierno,
el último día,
el último desasosiego.
Pronto he de morir:
ésa es mi única esperanza
Pienso en la ventana del noveno piso
No tengo voluntad
quizás más tarde,
con un poco más de vino.
No habrá invierno próximo,
no habrá ceremonias
ni carta suicida.
Apenas el calor de mi perro.
Mi perro, el único que me cuidó la vida.
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