A veces te despiertas con el propósito de morir. Los obreros destrozan todo, la poceta se tapa, el perro no quiere comer, vomitas, te viene la regla, lloras y maldices. Entonces se te ocurre comprar un vino de cartón para beber a las dos de la tarde, porque qué más da. Y fumas un cigarrillo tras otro y revisas lo que has escrito y el propósito no te abandona. Piensas en un final certero, el fin de las dudas, la caída amable. Pero ya estás borracha, y los borrachos no se suicidan, apenas dan lástima. Hablas con honestidad, tienes las manos vacías de tanta espera y el lavamanos lleno de vómito. La mierda no baja, no quiere irse. Maldices de nuevo. Te ves en el espejo y tienes el mismo maquillaje de la noche anterior: ni bonita ni fea. Acabada. La celulitis se empoza. Los fracasos se amontonan y te ríes. No has terminado el libro de Auster, despotricas del nacionalismo, te producen arcadas todos los escritores criollos, el mundillo literario, la pose para convencer. Los leerán pocos pero se creerán infalibles. Viven en su mundo diminuto, creyendo en una fama que no tienen. Vomitas otra vez y, acto seguido, te sirves otro vaso de vino. Ahora, parece, te tocará volver. Y no hay fracaso mayor que volver a Venezuela. No quieres toparte con conocidos, no quieres pedirle favores a nadie. Tampoco hoy te tomarás los antidepresivos. Te vuelven idiota, te quitan las ganas de llorar, te inmunizan contra el dolor. Pero el vino sigue ahí, fiel. Borracha: así es como te gusta estar. Borracha, para espantar tanta realidad que hace que vuelva el vómito y se te quede atravesado en la garganta. Ayer te tomaste una foto sonriente, ¿a quién quieres engañar?
¿a ti misma tal vez?
ResponderEliminarQuiero levantarte el ánimo. Eso siempre sale mal: o cursi o mal direccionado, pero igual voy a intentarlo. Voy a tratar de inclinar la balanza hacia lo que alegra: eres una tuitera espectacular. Tus seguidores esperamos tus tuits como las series del prime time y revisamos el TL para que no se nos pase ninguno. Eso no solo es un logro narrativo y comunicacional en sí mismo sino que afina tus dotes para escribir otras cosas, que creo que es una de tus metas. Si el hambre te empuja a viajar de nuevo asume tu nueva aventura. Nadie te quita lo bailado y Venezuela puede ser una parada alucinante mientras haces otros planes. Estoy seguro de que habrá quien no le quepa la emoción de que vayas por allá un tiempo. No importa donde estes, lo importante es como te organizas para seguir escribiendo. En fin, que el día de hoy no estuvo como para tener muy claro que hacer. Espera que bajen las aguas (negras), se curen tus compañeros y cambies de ciclo. En todo caso tus panas virtuales estamos siempre acompañándote.
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