lunes, 31 de diciembre de 2012

Y la lluvia derramada


He andado por los pasillos del hospital durante la tormenta. Es 25 de diciembre; sólo los gatos deambulan evitando charcos. Mientras, yo he procurado que te desgastases ahí donde aún palpitas, y he preferido que me mojase la lluvia, tan inocua, al menos.
Un gato se ha dejado tocar y me ha olido como lo hace mi perro, girando a mi alrededor y frotándose contra mis piernas. Ha sido tan dócil y agradable hasta para mí, que le huyo a los gatos, que ya puesto de panza me he deshecho en cariños mientras él ha dejado marcas en mis manos y brazos. Luego se ha ido, abandonándome a merced del silencio más absoluto y la alegría por ese contacto con un ser vivo.
Entonces, en ese rato que ya se ha esfumado, sentí la opresión del todo por decir. Ahora ya sólo me traga la angustia recurrente de estar vacía de palabras, la mudez de mi cuerpo desarmado. 
Ya no llueve, pero yo sigo empapada.

2 comentarios:

  1. Mark Spitz - Nacho Vegas


    Anochezco y vuelvo a descansar
    en una nube gris
    fumando sobre plata
    el terror que da vivir.

    Y todo me parece bien
    en esta habitación.
    Por hoy me dejaré de oír:
    -Ay de lo que en mí llamo yo-.

    Saboreo la humedad
    que se pudre en las paredes
    y pido asilo en medio de la humanidad.
    Pero no, no lo pido por favor
    sino por piedad.

    El cielo rompió en lágrimas.

    Se acomodó el terror.
    Sobrevino una negrura tal
    como si muriera el sol.

    Los hombres sabios buscan ya
    algún rayo de luz.
    Dicen que están ocultos
    al lado de la Santa Cruz.

    Saboreo la humedad
    que se pudre en las paredes
    y pido auxilio a toda la mediocridad.
    Pero no, no os lo pido por favor,
    no, nunca por favor
    sino por piedad.

    Quise ahogar mis penas
    pero ellas nadaban en alcohol
    como Mark Spitz.
    Hoy la luna llena
    ha decidido escupirle al sol
    y yo no saco en claro más
    que un trozo de canción.

    Anochezco y vuelvo a descansar
    sobre una nube azul y gris.
    Me fumo, plata a plata,
    la jodienda de vivir.



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  2. Le agradezco de nuevo, estimado anónimo.
    Por cierto: ¿conoceré alguna vez su identidad? ¿Es acaso Bruno Díaz?

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