«Y ahora para descomprimir muestren el pito de un hetero»
@estoypresa
Que sí, necesario es
descomprimir, dijo el héroe de la Patria. ¿No? En fin, este post no trata ni
sobre pitos ni sobre héroes, sino sobre películas. ¿Y no tiene que ver? Ah, ni
idea. Salvo que pensemos en la resaca como uno de los poquitos gestos heroicos
a los que podemos aspirar todavía en esta vida miserable. Sí, la resaca. La
historia es así: me encontraba yo hundida un domingo en el más bajo y
deplorable estado físico y mental a causa de una mezcla apocalíptica de whisky
etiqueta inexistente con vino de pordiosero; vamos, el
ratón del año y del lustro; para qué voy a dar detalles si ya el recuerdo me
produce pesadumbre. Y entonces, con la habitación a oscuras y una mentada de
madre certera y constante en la cabeza hacia aquellas bebidas del inframundo,
encendí el televisor. Nadie con semejante dolor de vivir puede concentrarse en
una película. Pero no era cualquier película la que estaban dando: era, nada
más y nada menos, que In Bruges. Y de
eso va este post: existe una cantidad obscena de listas de mejores películas; mejores
para enamorarse, para asustarse, para reír, para sentirse conocedor y para qué
sé yo cuánto más. Pero ese día -hastiada, deprimida, vaciada-, de
la resaca surgió una idea: mi lista de mejores películas porque sí. No mis
preferidas de toda la vida, no las que más me joden el alma sino esas
películas, más o menos contemporáneas, que siempre puedo volver a ver con el
mayor de los gozos, incluso sintiéndome peor que un mendigo. Por supuesto,
tiene usted razón: me está faltando destacar la subjetividad de cualquier
lista, pero no creo que sea necesario: ésta lo es porque sí. Es
mía, es un arranque de malcriadez, una enumeración que me define actualmente y,
sobre todo, un acto –heroico- para descomprimir, para aligerar, para borrar por
un rato la iniquidad de los últimos días. Quizá el lector ya las ha visto todas
y entonces este post le resultará bastante inútil. Y bueno, no vine a
revolucionar al mundo desde un blog.
In Bruges (Martin
McDonagh, 2008)
«One gay beer for my gay friend, one
normal beer for me because I am normal»
En In Bruges (Brugge en flamenco, y cuya traducción al
español sería puentes, pero nunca falta el traductor con fiebre amarilla que
hace lo que se le antoja) hay cocaína, un enano, asesinos a sueldo, ganas de
suicidarse y esas postales de otro mundo que sólo puede brindar una ciudad como
ésta. Es decir: casi todas mis cosas favoritas en la vida.
Old School (Todd
Phillips, 2003)
«All right, let me be the first to say
congratulations to then. You get one vagina for the rest of your life. Real
smart, Frank. Way to work it through»
La escena del tranquilizante en
la yugular tendría que figurar entre los mejores momentos del cine. E insisto: Will
Ferrell es más grande que Jesucristo.
We own the night (James
Gray, 2007)
«Oh man. This shit is making me feel light
as a feather!»
Joaquin Phoenix, Eva Mendes, Blondie,
años ochenta, más drogas, más acción, más cosas hechas como a medida. El inicio
es soberbio, la secuencia en el laboratorio de cocaína también y, en general,
en toda la película se respira Hollywood en su esplendor, haciendo de
maravillas lo que tan bien se le da.
The Lincoln Lawyer (Brad
Furman, 2011)
«—You know what? You would've done all
right on the streets.
—Shit. Where do you think I am, Earl?»
Debe ser la tercera vez que la menciono
en el blog. Este película exuda clase (piensen, por ejemplo, en la canción de
Bobby Bland). ¿McConaughey? Ni modo, siempre llega el momento de reconocer que
estábamos equivocados. Lo cierto es que el mundo, o al menos el mío, estaría
mucho mejor con más joyitas así.
Miami Vice (Michael Mann,
2006)
«Let's take it to the limit one more time»
Gracias por existir, Michael Mann.
Gracias por tanta película linda y en especial por ésta, con sus disparos bien
sonados, sus luces, su energía sucia y medio arrabalera, y porque tal vez pocos
imaginaban que esta adaptación de la serie resultaría tan grande. Heat, Collateral o The insider también
podrían formar parte de esta lista (nunca Public
Enemies), pero hay que discriminar.