Querías partirme en dos para
luego cogerte mis mitades, decías. Querías someterme, sodomizarme, golpearme y
abandonarme exhausta. Al final sí me abandonaste pero sin la delicadeza de cumplir tus promesas. Y quedó sólo un cuerpo anónimo, cegado por
las ganas de matar.
Una noche me intoxiqué con whisky
barato y al despertar mi carne exhibía profusos moretones y cortadas. Yo sé
herirme mucho mejor de lo que lo harías vos.
Genia.
ResponderEliminarLo dudo,pero gracias.
ResponderEliminarGenia, y se calla los escepticismos, guárdeselos pa usté solita.
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