domingo, 28 de julio de 2013

Sola


Abres los ojos: estás sola en la cama. Pero eso es lo de menos: estás sola bajo cualquier circunstancia y a cualquier hora del día. Estás sola en un país para gente sola. Intentas, entonces, darle un manotazo a la tristeza. Intentas, de nuevo, otra sonrisa fingida. Descartas seguir escribiendo y apenas tienes fuerza para leer un libro más. Te intoxicas de libros hasta el hastío, hasta la náusea, hasta vomitar las letras, que no irán a parar a una nueva página de Word. No. Ya no quieres escribir. Eso tampoco se te da. Como no se te dan los otros y sus cuitas. Como no se te da la esperanza, la belleza, el futuro. Abres los ojos y estás sola, más de lo que nunca has estado. Y ya no quieres sacar lecciones de ello ni llorar por imposibles. Sola, así, a secas. Estar sola es la única constante en tu vida. 

2 comentarios:

  1. Leer hasta la náusea conduce, inevitablemente, a la compañía, pues se termina por sentir asco por las ideas y por el escape que ellas nos brindan.

    Y no hay nada que le guste más a la gente que la existencia liviana, vacía, sin ideas. La soledad, mi flaca, no te durará mucho.

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  2. Hola Cristina.

    Es evidente que no hay en nuestro interior una sola trinchera que la hostil depresión no pueda poner bajo amenaza. Es parte de la autodestrucción inherente al ser humano, algo que un ocioso llamó "el tánato". Ya sabrás mucho de como manejar la depresión a tu disposición y conveniencia.

    La parte que aplaudo, y aquí llega mi empatía virtual, es que permanezcas siempre escribiendo como la mejor luz, que de a trozos alumbra el incierto panorama. Las palabras llegan a ser antorchas para la penumbra en las realidades percibidas por los demás.

    Entre todos tus malestares, el dolor que manifiestas por volver a tu país me acuchilló, porque siempre es mucho más doloroso ser extranjero en tu propia tierra que en otra que no te vió parir.

    Por medio de tu palabra, hazte universal.

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