El último día en Caracas no me percaté de que era el último. «¡Libertador, Carmelitas, Solano, Chacaíto!», gritaba el hombre. Lloviznaba y dos chicas se subieron a la camionetica a tocar un pajarillo. De las bocas del metro salían presurosos mientras en las calles se multiplicaban los mototaxistas. La última tarde en Caracas caminé con un cigarrillo, bebí no sé cuántas cervezas en un antro chino y quise volver a ser alguien que ya no existe.
sábado, 30 de marzo de 2013
El Rey del Desnalgue
Román es un borracho de playa El Agua. Me cuenta que lo llaman Cangrejo y también El Rey del Desnalgue. Al día siguiente no recuerda lo que me narró la noche anterior. Cangrejo dice que quiere cogerme, se ríe e intenta unos pasos de baile. Yo bebo de su botella de ron y me extravío en el derroche de su borrachera, porque la vida, pienso, siempre se da ahí, en el exceso. «Yo abandoné mis riquezas para entregarme a la vida de callejero», agrega. Voy a tomarte una foto, Cangrejo. Brindemos por nosotros, los malaconducta.
jueves, 28 de marzo de 2013
Tuiteando desde el avión
- Quien parte siempre se quiebra.
- Se llora al partir y se llora al regresar. De cualquier modo se pierde.
- A veces sólo la bondad de un desconocido basta.
- Más vivimos, más solos nos quedamos.
- El exiliado es una eterna figura incompleta.
- Algunas ciudades invocan mejor la muerte que otras.
- Todo exilio es desvarío.
- Todo amor es ancla.
- Para escribir hace falta un poco de vino y muchísimo desasosiego.
- La certeza de la muerte no me abandona. De estas cosas no se habla.
- Para sentirme orgullosa de ser quien soy, me exijo no escribir como mujer.
- La familia es el núcleo y el origen de todos los males.
- Voy dejando jirones de carne: sólo así concibo la posibilidad de alguna vida.
- Mi suicidio no depende de los hombres: depende de la posible orfandad de mis perros.
- Me fijo metas inversas a lo que exige la ciudadanía recta. Mis metas son hermosos desmanes.
- Para no escribir, basta con leer. En cambio, basta con vivir para insistir en el absurdo.
- Cada amor forma su propia llaga.
- Algún día dejaré de juzgarme tan duramente. Entonces, todos elogiarán mis huesos.
- Sólo encuentro alivio en el alcohol. Por eso la escritura no es más que un actor secundario.
- La ebriedad y la dicha van de la mano.
- Algunos nacemos para estar solos; es mejor asumirlo temprano.
- Ya no lucho con mi soledad: la rodeo.
- Y al final descubrió que estaba tan sola en el país de origen como en el país de llegada. Ése fue el verdadero golpe bajo.
- Bendito sea mi sentido del humor, que me mantiene casi incólume ante el fracaso.
- La vida es dura: por cada buen polvo nos tocan cinco malos.
- Se llora al partir y se llora al regresar. De cualquier modo se pierde.
- A veces sólo la bondad de un desconocido basta.
- Más vivimos, más solos nos quedamos.
- El exiliado es una eterna figura incompleta.
- Algunas ciudades invocan mejor la muerte que otras.
- Todo exilio es desvarío.
- Todo amor es ancla.
- Para escribir hace falta un poco de vino y muchísimo desasosiego.
- La certeza de la muerte no me abandona. De estas cosas no se habla.
- Para sentirme orgullosa de ser quien soy, me exijo no escribir como mujer.
- La familia es el núcleo y el origen de todos los males.
- Voy dejando jirones de carne: sólo así concibo la posibilidad de alguna vida.
- Mi suicidio no depende de los hombres: depende de la posible orfandad de mis perros.
- Me fijo metas inversas a lo que exige la ciudadanía recta. Mis metas son hermosos desmanes.
- Para no escribir, basta con leer. En cambio, basta con vivir para insistir en el absurdo.
- Cada amor forma su propia llaga.
- Algún día dejaré de juzgarme tan duramente. Entonces, todos elogiarán mis huesos.
- Sólo encuentro alivio en el alcohol. Por eso la escritura no es más que un actor secundario.
- La ebriedad y la dicha van de la mano.
- Algunos nacemos para estar solos; es mejor asumirlo temprano.
- Ya no lucho con mi soledad: la rodeo.
- Y al final descubrió que estaba tan sola en el país de origen como en el país de llegada. Ése fue el verdadero golpe bajo.
- Bendito sea mi sentido del humor, que me mantiene casi incólume ante el fracaso.
- La vida es dura: por cada buen polvo nos tocan cinco malos.
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