miércoles, 22 de abril de 2015

Ellos

Entran y salen hombres de esta casa y siempre es lindo verlos llegar y aburrirse porque no hay nada en común o arrecharse porque defienden lo indefendible o reírse porque han hallado la tecla. Y es lindo ver cómo maniobra cada cual con el deseo y se desbocan o se arrinconan a la espera de una fiera que bien podría ser yo si no me hubiese cansado un poco del papel. Pero siempre las piernas están abiertas, el cuello se vuelve una vasija de ruego, los pezones quieren mordeduras. Y es lindo tenerlos en la cama ya tendidos, comprobar la torpeza, derramarse. Y te quedas con el recuerdo del que abrió los brazos y trató, no sin candor, de curarte el insomnio. Es lindo verlos despertar contentos y es más lindo aún que existan para que el dolor de la soledad no sea la única idea fija.

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