martes, 17 de marzo de 2015

Instantánea


La nueva paciente del psiquiátrico va en silla de ruedas y tiene la piel pegada a los huesos de tan raquítica y desdichada. Sacude la cabeza, gime. Una enfermera la ha dejado en la sala de estar, frente al televisor común. De pronto se arquea y hunde la cabeza en las rodillas, como si una azafata imaginaria le hubiese exigido que adoptase la posición de emergencia. Se queja, como todos los internos, pero su locura está mucho más expuesta. El chico de la villa, que está acá por adicción al paco y la cocaína, es el único que se acerca. Le pregunta si quiere oír música. Ella asiente y él cambia el canal. Luego arrastra una silla y se sienta a su lado. Le toma la mano y la acaricia. No me dolerían tanto los psiquiátricos si no intuyese que, en el fondo, también son mi lugar. 

sábado, 7 de marzo de 2015

Caso clínico


Zacarías me comentó que había visto The Interview y no se guardó nada con respecto al veredicto: «Es malísima, sin duda». En mi rostro se debe haber dibujado una señal de desconcierto, pero el hecho es que luego se dedicó a enumerar escenas y secuencias de la película con las que había gozado un montón. «Me morí de la risa», le oí decir en un momento. Pero entonces ya yo entendía lo que pasaba: Zacarías era otro de esos graves y muy tristes casos de personas que no se toman en serio la comedia. ¿Tú me estás diciendo que una comedia es malísima pero que te hiciste pipí de la risa con ella? Sos más conservador que la Academia, querido. Hay un abismo entre vos y yo. 

domingo, 1 de marzo de 2015

Delirantes


Estuve internada en un sanatorio durante unos días. Compartía la diminuta habitación con una anciana que sufría una neumonía grave. Cuando llegué, no hablaba: no podía. Un día despertó y sólo decía, cual mantra, a cada enfermero o médico que se le acercase: «La puta que te parió». Era graciosa la vieja. Eso, hasta que una madrugada me despertó con sus palabras: «Me odian porque soy argentina hasta la muerte. ¡Viva Perón! Perón ha muerto: ¡Viva Perón!». Lo repitió montones de veces seguidas, como si de una letanía se tratase. Algunas enfermedades son incurables, ya sabemos.